Ecoalf, las costuras de la basura

Madrid, 17 mar (EFE).- La basura es, probablemente, uno de los elementos más alejados del impoluto mundo de la moda, pero Javier Goyeneche, alma máter de la firma Ecoalf, ha conseguido que sea sinónimo de vanguardia textil, diseño de moda y éxito comercial dentro y, sobre todo, fuera de España.
Javier Goyeneche, fundador de Ecoalf/imagen cedida por Ecoalf/EFE
“Zara tarda quince días desde que diseña una prenda hasta que llega a sus estanterías. Nosotros, dos años”, compara este empresario, que ha transformado neumáticos en zapatos, redes de pesca en plumíferos y botellas de plástico en chupas de neopreno, y que en breve se embarca en un proyecto de recogida de basura marina.
Ecoalf (toma el nombre de Alfredo, el hijo de Goyeneche) nació con el objetivo de ser una marca “realmente sostenible”, pero, cuando se lanzaron a la busca y captura de tejidos reciclados, se dieron cuenta de que las fibras existentes contenían una proporción muy pequeña de materiales reciclados, así que se lanzaron a crear los suyos propios.
Solo el primer año, invirtieron una cuarta parte de su facturación en I+D,cerca de 200.000 euros, un caso excepcional en España por atípico y que hasta el momento ha dado como resultado 60 tejidos. Cada temporada incorporan nuevas patentes; entre sus retos, el reciclado de algodón.

Basura de mar

El 1 de abril arranca uno de sus proyectos más ambiciosos, en el que colaboran 140 barcos de pesca de arrastre de Levante; un tipo de embarcación muy dañina para el fondo del océano, que con cada recogida de sus redes captura cientos de kilos de pescado y también basura.

Queremos que la basura tenga cara y ojos

Los pescadores solían tirar de nuevo al mar estos desperdicios, pero ahora han adquirido el compromiso de devolverlo a tierra, donde se separará y, tras un proceso de reciclaje, se convertirá en colección de fundas de “smartphones” y ropa técnica para deportes de vela y pescadores.
“Queremos que la basura tenga cara y ojos. No va a un basurero, la llevas tú”, explica Goyeneche, considerado el gurú español de la moda verde y que lanzó Ecoalf tras el fracaso de su primera empresa, Fun&Basics.

Este proyecto es “único a nivel mundial” y el primero de gran calado que desarrolla en España, sin contar las chanclas que elabora con residuos de neumáticos (en colaboración conSIGNUS y CTRC), fabricados en Arnedo.
“Vamos a tener una trazabilidad total entre el mar y el escaparate Harrods. El cliente lo pide cada vez más”, explica Goyeneche, quien, a pesar de los vientos desfavorables de la crisis, ha sabido captar el auge de un nuevo cliente, más preocupado por el entorno y dispuesto a gastar prendas con las que se sienta identificado.

Moda verde y “cool”

La mención a Harrods no es gratuita. Si Ecoalf despunta por algo, además de por su fuerte inversión e investigación en textiles reciclados, es por su éxito internacional (en especial, en Estados Unidos), un sector más receptivo a la moda verde.
Apple le encargó una línea de fundas, han colaborado con Gwyneth Paltrow para crear una serie de prendas y accesorios para la tienda “online” de la actriz y, hace apenas unos meses, han trabajado junto al cantante Will.i.am con Ekocycle, un proyecto liderado por el músico, que cuenta con un espacio propio en los elitistas Harrods.
Abrigo hecho con botellas de plástico/EFE
Y es que, además de la investigación textil, el principal logro de Ecoalf ha sido posicionar sus diseños en el sector de lo “cool”, un territorio hasta ahora vedado a la moda verde, que no ha terminado de cuajar en ciertos sectores por su diseño alejado a tendencias y su precio alto.
“Lo ecológico es caro. Nosotros trabajamos con márgenes muy justos; la rentabilidad nos la dará el volumen de venta”, argumenta Goyeneche, que este año facturó cerca de 5 millones de euros y que espera entrar en positivo el próximo ejercicio.
Con un precio medio-alto, en sintonía con el cliente al que se dirigen, Ecoalf tiene entre sus proyectos más próximos elaborar una línea “premium”, con la que acceder al sector del lujo.
Sus prendas se elaboran en una decena de países (Taiwan, Corea, Portugal, Japón o España), una deslocalización que se debe a su obsesión para que todo el proceso se genere donde se reciclan los componentes, para ahorrar en costes de producción y en residuos generados por el transporte.
“Somos muy pequeños e invertimos mucho tiempo, mucho viaje, mucho esfuerzo en i+D”, alega el empresario, que saca tejidos nuevos cada temporada y vende el 70 por ciento de su producción en tiendas multimarca extranjeras, siendo Estados Unidos uno de sus mercados más importantes.
“Deberíamos estar instalados en Estados Unidos; allí hay mucha más receptividad a nuestros productos”, se lamenta Goyeneche, consciente de lo “raro” que es su proyecto en España. EFE

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