San Valentín sin pareja, pero con amor propio

Año tras año, las calles se llenan de corazones, cenas a la luz de las velas y flores por todas partes. Y aunque el mensaje que nos venden es que San Valentín es el día del amor, lo cierto es que muchas veces parece más bien una fecha dedicada exclusivamente a quienes están en pareja. Pero aquí va una verdad que a veces olvidamos: el amor propio es tan (o más) importante que el amor romántico. No tener pareja en San Valentín no es sinónimo de fracaso ni de soledad. Es una oportunidad para celebrar la relación más importante que tendremos en la vida: la que tenemos con nosotras mismas.

El mito de la media naranja y el peso de la presión social

Desde que tenemos uso de razón, nos enseñaron que encontrar el amor es el gran objetivo de la vida. Películas, cuentos de hadas y hasta canciones nos repiten la misma historia: alguien llega, nos completa y entonces sí, seremos felices. Pero, ¿y si ya estamos completas?

El problema de esta narrativa es que nos hace creer que nuestra valía depende de tener pareja, cuando en realidad, la felicidad no es algo que otra persona nos pueda dar. Creer que necesitamos a alguien más para sentirnos plenas nos pone en una carrera sin sentido, donde la soltería se ve como un estado temporal, una espera que debe terminar cuanto antes. Y lo peor es que, cuando por fin encontramos pareja, nos damos cuenta de que la felicidad no viene incluida en el paquete.

La soltería no es una pausa es una elección válida

A veces, estar sin pareja se percibe como una etapa de transición, un «mientras tanto» antes de que llegue alguien que nos saque de ahí. Pero, ¿y si en lugar de verlo así, lo viéramos como una oportunidad de crecimiento? Estar soltera no significa estar sola, ni mucho menos que algo esté mal con nosotras. Al contrario, puede ser un momento para fortalecer nuestra independencia, para aprender a disfrutar de nuestra propia compañía y para descubrir lo que realmente queremos sin la influencia de expectativas ajenas.

La psicología positiva nos recuerda que el bienestar no depende de nuestro estado civil, sino de nuestra capacidad para construir una vida con propósito. Si invertimos tiempo en nosotras mismas, en nuestros proyectos, amistades y pasiones, construimos una base emocional más sólida, que nos permitirá entrar en cualquier relación desde la plenitud, no desde la necesidad.

San Valentín también puede ser un día para ti

Si San Valentín nos invita a celebrar el amor, hagámoslo, pero desde una perspectiva más amplia. En lugar de verlo como un día para lamentar la falta de pareja, podemos convertirlo en una excusa perfecta para practicar el autocuidado y agradecer las relaciones que nos rodean.

Reconocer nuestra propia valía es el primer paso para vivir este día con una energía diferente. A veces, nos tratamos con dureza sin darnos cuenta, criticándonos sin piedad y minimizando nuestros logros. Cambiar esta narrativa interna es clave para fortalecer el amor propio. En lugar de caer en la tentación de pensar que el día no es para nosotras, podemos crear un plan que nos haga felices, ya sea disfrutar de un viaje en solitario, una tarde de spa o simplemente darnos un respiro y descansar.

El amor no se limita a la pareja. La amistad, la familia e incluso el vínculo con nuestras mascotas son expresiones de amor que merecen ser celebradas. Apreciar estas conexiones nos ayuda a cambiar la forma en que vivimos esta fecha, sin sentir que nos falta algo, sino disfrutando de lo que ya tenemos.

Amor propio no significa resignación significa libertad

No se trata de convencernos de que la soltería es «mejor» que estar en pareja, ni de desvalorizar las relaciones románticas. Se trata de entender que el amor no debe ser una necesidad, sino una elección. Si algún día encontramos a alguien con quien compartir nuestra vida, que sea desde el deseo genuino de sumar, y no desde el miedo a estar solas.

Este San Valentín, regalémonos algo más valioso que flores o bombones: la certeza de que no nos falta nada para ser felices. Porque el amor más importante que podemos recibir es el que nos damos a nosotras mismas.

Ángela María Calderón comenzó su camino en el periodismo en el año 2006, guiada por su pasión por la moda y su deseo de darle un enfoque inclusivo. Desde el inicio de su carrera, ha trabajado incansablemente por mostrar cómo el estilo puede ser una herramienta para reflejar la diversidad y luchar contra las normas tradicionales. En 2011, fundó Buscando en el Armario, una revista digital que busca unir la moda con el contexto social, político y cultural, convirtiéndola en un referente para quienes ven el vestuario como algo más que una simple elección estética. Su trayectoria en el periodismo ha sido una mezcla de su amor por la moda y un firme compromiso con la inclusión. Ángela ha usado su plataforma para resaltar historias de aquellos que a menudo quedan fuera de las grandes conversaciones, mostrando que la moda es un lenguaje poderoso con el que todos pueden expresarse.

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