Cada año, cuando la primavera florece en la Riviera Francesa, Mónaco se viste de gala. Y aunque el Baile de la Rosa 2025, la realeza de Mónaco ha sido siempre un evento de caridad con propósito, también se ha convertido en una pasarela donde la realeza monegasca despliega un lenguaje estético que dice más que mil palabras. En su edición número 69, la velada se tiñó de colores caribeños y texturas exóticas bajo el título El Baile de la Rosa al Atardecer, sin dejar de lado la elegancia contenida que define el ADN Grimaldi.

El evento, concebido por Grace Kelly en 1954, no solo reúne a figuras del arte, la cultura y la filantropía. También es un espacio donde los códigos visuales de la realeza se actualizan, se reinterpretan y, en ocasiones, se desafían. Este año, durante el Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco, Charlene de Mónaco, Carlota Casiraghi y Carolina de Mónaco reafirmaron su lugar como referentes de estilo desde perspectivas distintas, pero igualmente poderosas.
Charlene y el equilibrio entre sobriedad y audacia
El terciopelo negro palabra de honor y el sobrevestido verde con encaje floral no fueron solo una elección de diseño. En Charlene, la propuesta de Dolce & Gabbana se sintió como una afirmación de identidad. Con silueta limpia y acabados que fusionan lo ceremonial con lo contemporáneo, la princesa consorte logró algo poco común: sobresalir en el Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco, un evento rebosante de color, sin salirse del marco de la discreción.


Su estilismo, lejos de buscar atención, encontró el foco en la forma en la que se movía. Ligera, firme y con una elegancia que nace de adentro. En Charlene, el estilo se convierte en silencio con peso propio, en presencia que no compite, solo se impone.
Carlota, entre la herencia y la vanguardia
Con el respaldo de una maison como Chanel, Carlota Casiraghi volvió a recordarnos por qué su nombre está inscrito en la lista de las mujeres mejor vestidas del mundo. Transparencias calculadas, corsé-joya y negro absoluto. Así se presentó en esta edición del Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco. Y lo que podría haber sido solo una tendencia, en ella fue un gesto de dominio estético.


Carlota maneja los códigos de la elegancia clásica, pero se permite jugar en los bordes. Su propuesta es atrevida sin ser ruidosa, moderna sin renunciar al linaje que la respalda. Como quien ha crecido entendiendo que la realeza también se puede heredar en forma de estilo en un evento tan significativo como el Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco.
Carolina, la elegancia como acto de constancia
Vestida de blanco, con escote asimétrico y detalles joya, Carolina de Mónaco apareció como lo que es: la gran anfitriona. Su vestido de Chanel —nupcial en espíritu, impecable en ejecución— no fue una apuesta por lo llamativo, sino una reafirmación del poder que tiene la sobriedad cuando se lleva con autoridad.


Hay mujeres que con el tiempo refinan su estética. Carolina la convirtió en su firma hace décadas. En esta edición, como en tantas anteriores, fue el eje alrededor del cual todo giró con naturalidad. Porque hay presencias que no necesitan presentación, ni tendencia, ni moda. Solo necesitan espacio.
Una narrativa que se borda con hilo real
El Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco fue más que una noche de vestidos. Fue la reafirmación de un linaje que, a través de la moda, sigue escribiendo su historia. En la sobriedad de Charlene, la sofisticación rebelde de Carlota y la majestuosidad serena de Carolina, se leyeron tres formas distintas de habitar la realeza.

El estilo en la Casa Grimaldi no es casual. Es simbólico, es político y es profundamente emocional. Y en esta gala del Baile de la Rosa 2025 realeza de Mónaco, donde lo tropical y lo ceremonial se encontraron, la moda no solo acompañó el protocolo: lo transformó en arte.