El desgaste emocional de quejarse sin hacer nada

Hay quienes, ante las dificultades, buscan soluciones. Otros, en cambio, prefieren quedarse en la queja, arrastrando consigo un malestar que no solo afecta su estado de ánimo, sino también su desempeño y relaciones. La queja constante, lejos de ser un desahogo útil, puede convertirse en un hábito que desgasta emocionalmente e impide avanzar. Más allá del trabajo o la vida personal, aprender a gestionar las emociones y adoptar una mentalidad resolutiva marca la diferencia entre estancarse o evolucionar.

Cuando la queja se convierte en un obstáculo

No se trata de reprimir las emociones ni de ignorar los problemas. Expresar el malestar es válido e incluso necesario, pero hay una gran diferencia entre verbalizar una frustración con el objetivo de encontrar soluciones y hacer de la queja una costumbre. Muchas veces, detrás de este hábito se esconde un locus de control externo, una tendencia a responsabilizar a los demás o a las circunstancias de todo lo negativo que ocurre. Esto genera una sensación de impotencia que refuerza la pasividad y aumenta el desgaste emocional.

Diversos estudios han señalado que el pensamiento negativo reiterado afecta la forma en que el cerebro procesa la información. La neurociencia ha demostrado que la repetición constante de pensamientos pesimistas fortalece las conexiones neuronales asociadas al estrés y la ansiedad, lo que hace más difícil salir de este círculo vicioso. En el entorno laboral, esto se traduce en una disminución de la productividad, conflictos interpersonales y una percepción distorsionada de la realidad, donde todo parece estar en contra.

El poder de una actitud resolutiva

Frente a la queja crónica, la mentalidad resolutiva ofrece una alternativa mucho más efectiva. En lugar de centrarse en lo que no funciona, este enfoque promueve la búsqueda de soluciones y fomenta una visión más realista y optimista de la vida. Las personas con una actitud proactiva no solo enfrentan los problemas con mayor confianza, sino que también generan entornos más saludables y colaborativos.

Adoptar este cambio de mentalidad requiere práctica, pero es posible lograrlo con estrategias concretas. El primer paso es desarrollar la autoconciencia: identificar cuándo la queja es un simple desahogo y cuándo se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento personal. Luego, es fundamental cambiar la perspectiva y enfocarse en aquello que sí está bajo control. En lugar de lamentarse por un jefe poco comunicativo o un ambiente laboral tenso, es más útil preguntarse qué acciones concretas pueden mejorar la situación.

Cómo dejar de quejarse y empezar a actuar

Existen herramientas efectivas para transformar la insatisfacción en acción. Aprender a comunicarse de manera asertiva es clave: expresar las preocupaciones desde una postura constructiva permite encontrar soluciones sin generar conflictos innecesarios. También es importante entrenar la resiliencia, esa capacidad de adaptarse a las adversidades sin perder el equilibrio emocional.

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Otra estrategia útil es la gestión del estrés. La práctica de mindfulness, la actividad física regular o simplemente el descanso adecuado ayudan a reducir la frustración y a mantener una mente más clara y enfocada. Además, rodearse de personas con una mentalidad positiva puede marcar una gran diferencia: los entornos en los que predomina la queja tienden a alimentar aún más este hábito, mientras que aquellos en los que se fomenta la acción generan cambios reales.

Cambiar la queja por una actitud resolutiva no significa ignorar los problemas, sino abordarlos desde una perspectiva más efectiva y saludable. Al final, la diferencia entre el estancamiento y el crecimiento personal radica en una simple pregunta: ¿quieres seguir quejándote o prefieres hacer algo al respecto?

Ángela María Calderón comenzó su camino en el periodismo en el año 2006, guiada por su pasión por la moda y su deseo de darle un enfoque inclusivo. Desde el inicio de su carrera, ha trabajado incansablemente por mostrar cómo el estilo puede ser una herramienta para reflejar la diversidad y luchar contra las normas tradicionales. En 2011, fundó Buscando en el Armario, una revista digital que busca unir la moda con el contexto social, político y cultural, convirtiéndola en un referente para quienes ven el vestuario como algo más que una simple elección estética. Su trayectoria en el periodismo ha sido una mezcla de su amor por la moda y un firme compromiso con la inclusión. Ángela ha usado su plataforma para resaltar historias de aquellos que a menudo quedan fuera de las grandes conversaciones, mostrando que la moda es un lenguaje poderoso con el que todos pueden expresarse.

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