La cena de Estado en honor al sultán de Omán marcó algo más que un encuentro diplomático. Fue también una escena de transición generacional. En el Palacio Real de Ámsterdam, mientras la reina Máxima y el rey Guillermo recibían a su invitado, todas las miradas se posaron sobre su hija mayor, la princesa Amalia. Con apenas 21 años, la joven heredera encarnó esa elegancia silenciosa que distingue a las royals de verdad, y lo hizo vestida de lavanda, con la espalda al descubierto y la historia sobre su cabeza. La princesa Amalia de Holanda usando la tiara Mellerio fue sin duda el centro de atención.
Una firma compartida entre reinas contemporáneas
Amalia eligió para la ocasión un vestido largo con efecto capa y escote en la espalda, firmado por la casa británica Safiyaa, una de las favoritas de Kate Middleton y Meghan Markle. El tono lavanda no fue un capricho: suaviza, ilumina y contrasta con fuerza frente a la imponencia de las joyas que lo acompañaron. Un diseño sobrio, contemporáneo y femenino que realzaba la figura de la princesa sin robarle protagonismo a la tiara, incluso mientras portaba la tiara Mellerio.


Combinado con sandalias metálicas y una actitud serena, el vestido también hablaba de una joven que entiende el poder simbólico de la ropa y sabe usarlo sin estridencias. Así, mientras saludaba a los invitados, Amalia no solo representaba a su país, también tejía un puente entre el presente y el futuro de la monarquía neerlandesa. La historia de la princesa Amalia de Holanda usando la tiara Mellerio gana relevancia en este contexto.
Una tiara que pesa más por su historia que por sus rubíes
La tiara Mellerio, elaborada en 1888 y entregada por el rey Guillermo III a la reina Emma, volvió a la escena pública como un gesto de continuidad. Con rubíes grandes rodeados de diamantes, fue usada por todas las reinas holandesas y también por la reina Máxima en su entronización en 2013.

Amalia la lució con la soltura de quien no necesita hacer demasiado para destacar. Y ese fue justamente el mensaje más poderoso de la noche: su forma de llevar la joya decía mucho más que su valor. En lugar de intentar superar a su madre, la princesa Amalia de Holanda parecía rendirle homenaje usando la tiara Mellerio como si dijera “estoy lista, pero también agradecida”.
Un paso firme en medio de tiempos complejos
Tras meses difíciles por temas de seguridad que la alejaron temporalmente de Países Bajos, Amalia ha vuelto a la agenda real con más presencia y significado. Su reciente viaje en solitario a Madrid y su participación en esta cena de Estado confirman que su rol como heredera ya no es solo simbólico.

Vestir una tiara histórica en una ocasión oficial no es simplemente una cuestión estética. En la monarquía, cada gesto cuenta, cada joya tiene un relato. Amalia no solo estrenó un vestido, también asumió el legado. Y en tiempos donde lo inmediato suele robarse la atención, ese tipo de gestos, medidos, significativos, profundamente conscientes, nos recuerdan que la moda también puede hablar de historia, pertenencia y visión de futuro. La princesa Amalia de Holanda llevando la tiara Mellerio es un símbolo de la historia viva.
Tres claves para entender este momento royal
Fue un regalo del rey Guillermo III a la reina Emma y ha sido usada por generaciones de reinas. Representa tradición y continuidad.
El tono lavanda y el diseño minimalista permitieron que las joyas brillaran sin opacar el estilo moderno y sobrio de la princesa.
A sus 21 años, asume cada vez más responsabilidades y su aparición con la tiara Mellerio refuerza su rol como futura reina.
La moda como lenguaje heredado
En Buscando en el Armario creemos que la moda cuenta historias más allá de las pasarelas. Esta aparición de la princesa Amalia no fue solo una elección de estilo, fue un acto de simbolismo, memoria y transición. Si te interesan los lenguajes silenciosos del poder, visita nuestra sección Royals para seguir descubriendo los códigos que se esconden entre telas, joyas y gestos.