Colores y vestuario en The Handmaid’s Tale temporada final

La ropa no es elección, es sentencia. A lo largo de seis temporadas, The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada) ha convertido el vestuario en un mapa del poder: lo que se lleva puesto no decora, define. Y en la temporada final, los colores comienzan a resquebrajar las jerarquías visuales que sostuvieron el sistema desde el primer capítulo. El vestuario en The Handmaid’s Tale es clave para entender el poder.

Desde el escarlata de las criadas hasta el inesperado, lavanda de Serena Joy en New Bethlehem, pasando por el púrpura de las adolescentes en tránsito, cada tono es más que un código estético. Es lenguaje silencioso, herramienta de control y también —en algunos casos— campo de resistencia. El vestuario en The Handmaid’s Tale es un campo de batalla visual.

El rojo que grita lo que no se puede decir

Ningún color es más emblemático en Gilead que el rojo. Las criadas lo visten como símbolo de fertilidad, sangre, pecado y sumisión. Sus capas largas borran la silueta y su cofia blanca les impide ver a los lados. El mensaje es claro: su cuerpo no les pertenece, su camino está trazado y su voz es muda.

Pero ese mismo rojo ha ido cambiando de tono narrativo. En rituales de duelo, actos de protesta o pequeñas rebeliones, se transforma en bandera. Lo que parecía uniforme, ahora es identidad compartida. La ropa no se elige, pero sí puede resignificarse.

Serena y el lavanda que anuncia fracturas

Durante años, Serena Joy representó la autoridad femenina de Gilead. El azul profundo que vestía hablaba de orden, tradición y poder en silencio. En la sexta temporada, su aparición con un abrigo lavanda marca un giro simbólico. Este nuevo color no es solo decorativo: representa un tránsito emocional y político.

En New Bethlehem, Serena ya no impone. Observa. Protege. El lavanda, mezcla de azul y rojo, no es neutral. Es la tonalidad de la contradicción, del cambio que no se nombra, del rol que ya no se ajusta a la norma. Su vestuario revela mucho más de lo que ella está dispuesta a admitir en voz alta.

Adolescentes entre el blanco y la entrega

Gilead entrena a las niñas para convertirse en esposas desde que son pequeñas. Tradicionalmente vestían de blanco, símbolo de inocencia. Pero en esta última temporada, las adolescentes que se preparan para casarse aparecen vestidas de púrpura. Es un matiz suave, casi romántico, pero con una carga profundamente inquietante.

Este tono funciona como antesala. El púrpura es transición: no son niñas, pero tampoco adultas. Son cuerpos a punto de ser entregados. El color, cuidadosamente elegido, las convierte en promesa visual del ideal femenino que el régimen quiere perpetuar.

Jezebels: libertad visual que encubre control

En los márgenes de Gilead existen los clubs secretos donde operan las Jezebels. Allí, los códigos cambian. Tacones, brillos, encajes, labios rojos. A diferencia de las demás mujeres, ellas sí pueden «mostrar», pero no desde la autonomía: lo hacen como parte de una fantasía diseñada por el poder masculino.

La estética provocadora que llevan no representa elección, sino mercado. En la sexta temporada, la presencia de estos espacios clandestinos sigue revelando una doble moral: lo que se prohíbe en público, se consume en privado. Y la moda se convierte en disfraz de la explotación.

Vestir para obedecer, vestir para desaparecer

El sistema funciona a partir de la clasificación cromática. Las Marthas visten de verde opaco, las Tías de marrón, las econoesposas combinan colores para reflejar su triple carga. No hay margen para la expresión personal. El vestuario en The Handmaid’s Tale no comunica estilo: delimita función.

Incluso el blanco ritual, reservado para ceremonias o bodas, está teñido de propósito. En Gilead, nada se deja al azar. Cada paleta refuerza un orden jerárquico que niega el deseo, reprime el cuerpo y convierte el vestuario en herramienta de disciplina. Aprender sobre el vestuario de The Handmaid’s Tale es también entender las jerarquías.

Lo que muchos quieren saber sobre los colores

¿Qué representa el lavanda de Serena Joy?

Este tono marca su ambigüedad emocional. Es un color que mezcla obediencia y rebeldía, mostrando su fractura con el sistema al que alguna vez ayudó a construir.

¿Por qué las adolescentes usan púrpura?

El púrpura representa el tránsito entre niñez e imposición matrimonial. No es un color inocente: es la señal de que ya están listas para ser entregadas como esposas.

¿La estética de las Jezebels es una forma de empoderamiento?

No. Aunque sus atuendos parecen libres, están diseñados para el consumo masculino. Lo provocador no es liberación, es disfraz de una estructura que sigue siendo opresiva.

Cuando los colores ya no obedecen

En el universo de Gilead, el color no solo viste: ordena, castiga y define. Pero en su temporada final, el vestuario deja de obedecer completamente. Las tonalidades comienzan a contaminarse entre sí. Lo que antes era uniforme, ahora es grieta. Y en esas fisuras, la tela se vuelve trinchera. Si quieres seguir explorando cómo la moda revela lo que el poder intenta ocultar, visita nuestra sección de Editorial.

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