Natalia Andrade, la joyera que enamora con sus manos
«Joyas que enamoran, hechas a mano con el corazón» es el slogan de Árata, la marca de joyería creada por Natalia Andrade González, una diseñadora industrial apasionada por el arte de comunicar sentimientos por medio de los objetos.
«La concepción del mundo a través de sus formas e imperfecciones se encuentra íntimamente ligada con los sentimientos y la insaciable búsqueda de explicaciones en los elementos que lo componen», asegura la artista sobre la razón que la inspira a imaginar siempre nuevas ideas.
Por ello, dice, «a partir de un murmullo, una sonrisa, un pensamiento fugaz, un día de sol, una flor, a partir de cada una de las pequeñeces de nuestro cotidiano vivir tratamos de plasmar nuestro amor al diseño, mediante el que para muchos es el arte más antiguo y hermoso de la historia: La joyería».
Elaboradas principalmente en plata, su metal favorito, pero también en oro y platino, mezcladas con piedras preciosas y semipreciosas, la mayoría de sus creaciones «son orgánicas, sacadas de la naturaleza», toda vez que ha optado por forrar hojas, flores, semillas y frutas.
Entre las innovaciones que Natalia Andrade ha logrado gracias a su insaciable búsqueda de la creatividad figuran los moldes que saca de conchas, caracoles y estrellas de mar y con los que detalla texturas y formas.
También, agrega, ha logrado diferenciar sus propuestas con «la técnica de origami en plata y la plata texturizada en la que imprimo sobre el metal texturas de papeles, telas, encajes, botones, cueros y superficies plásticas, entre otras, con las que doy un toque particular a las joyas y creó una identidad de mi marca».
Para compartir con los amantes de la joyería esos conceptos Natalia Andrade González abrió un showroom en la carrera 8A # 108A-23 de Bogotá, al que define como un lugar mágico de reunión en el que sus clientes viven una experiencia de compra sin igual en el que las joyas de Árata son el elemento clave.
Con este espacio desea tener la posibilidad de «seguir enamorando corazones» con sus joyas, tal y como ocurrió con ella cuando trabajaba en una planta como diseñadora industrial y descubrió con unas arandelas de aluminio con las que creó un collar que sus manos eran capaces de darle vida al arte.